domingo, 7 de abril de 2013

"Trabajo al lado del mar"


En los últimos kilómetros de la Comunidad de Murcia, cerca de la frontera con Almería se cultiva durante todo el año. Fresas, naranjas, lechugas que crecen al borde del mar, salvo en agosto que hace demasiado calor. Bélgica, madre de familia, lleva trabajando en la recolección de lechugas 5 años. Las lechugas se plantan en septiembre, y entre noviembre y diciembre, Bélgica y otros 80 trabajadores las recolectan, y plantan de nuevo para que no haya tiempos perdidos. Entre Abril y Mayo las vuelven a recoger y vuelven a plantar para recolectar por última vez en Julio. En total hay tres cosechas de lechuga a lo largo del año.
El autobús que les recoge cada día.

Bélgica se levanta todos los días a las 6 de la mañana, se ducha, prepara su comida y la de su familia junto a su hermana Vero. Las dos viven en el mismo apartamento, Bélgica tiene un hijo que “quiere estudiar diseño gráfico”, y Vero tiene una hija y un hijo que aún les quedan unos años en la escuela. En casa son 7, hay que tener en cuenta a los respectivos maridos. Tras haber preparado su comida, y la de su familia, les deja la mesa del desayuno para aquellos que no madrugan tanto, sus hijos y los de su hermana. A las 7:30 les recoge en Lorca, ciudad en la que viven, el autobús que les llevará a la huerta, cuando ella sale por su puerta sus hijos están aún dormidos. En la huerta también trabajan Vero y su marido .

Camión y la recolectora.
Desde Lorca hasta el lugar de trabajo hay media hora, la huerta está cerca de Calabardina un pequeño pueblo vacío en invierno y repleto de gente en verano, los turistas son una plaga. Cuando ellas trabajan no hay nadie. Así que tienen la brisa del mar para ellas solas y el sol Murciano también, que les calienta durante todo el día. Los recolectores como aquí se les llama, van siempre con gorra, y tienen botellas de agua para evitar insolaciones. Su trabajo consiste en arrancar las lechugas y ponerlas en una recolectora, donde ya se envuelve en el plástico y se mete en la caja preparada para ser vendida. La recolectora es un camión que por la parte de atrás tiene unos boles mecánicos encima de una cinta que va dando vueltas. Bélgica y sus compañeros arrancan las lechugas y las ponen en el bol, donde ya se envasan, y otra persona subida en el camión las coge de los boles y las pone en las cajas que se llevarán al mercado.

El baño portátil
Habló con el encargado y me explica que los cultivos son todo ecológico que “solo llevan fertilizante y anti pulgón”. Sin embargo mientras hablo con él observo un cartelito amarillo con la típica calavera con los huesos debajo de los tóxicos. Le preguntó y me dice que es para asustar a la gente y que no les roben. Aun así no tienen el sello de producto ecológico. Le pregunto por los trabajadores y me dice que trabajan 8 horas diarias a 6´20 la hora. Los recolectores están dados de alta, dice Bélgica que sino no trabajaría. Bélgica está comiendo junto con su cuñado y su hermana, hoy toca alubias con cerdo y arroz. Las alubias y el cerdo van en un termo y el arroz en el otro. Es el primer descanso que tienen desde que empezaron a trabajar y los primeros minutos a la sombra. Solo se les permite parar para ir al baño y comer. El baño es uno de estos portátiles en medio de la huerta murciana.  Bélgica dice que depende del día terminan a las 5 de la tarde, a las 6 o a las 7, trabajan por terreno. O sea les dicen hasta donde tienen que cubrir, normalmente es más trabajó del realizable en 8 horas, y dependiendo la velocidad que lleven terminan antes o después. Al final terminan trabajando una media de 10 horas diarias, aunque cobran solo 8, “pero viendo cómo está el país no lo rechazo”.

En la cuadrilla de Bélgica son todos peruanos, compañeros y amigos, los domingos organizan partidos de fútbol. Típica historia de las migraciones de los pueblos, los españoles en Alemania también se reunían los días de fiesta.  Bélgica dice que es un trabajo muy duro, y su cuñado se ríe mientras se fuma un cigarro, bajo la atenta mirada del encargado. El resto ya están trabajando bajo el sol, ni siquiera han reposado la comida, saben que cuanto antes terminen antes se van. Al menos admiten que trabajan al lado del mar y que la brisa sienta bien, refresca bastante. Su cuñado y ella hoy están contentos, han trabajado duro y creen que a las 5 habrán terminado y el autobús les llevará a casa donde sus hijos y sobrinos les esperan haciendo los deberes.
Las lechugas que Bélgica recoge.





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