En los últimos kilómetros de la Comunidad de Murcia, cerca
de la frontera con Almería se cultiva durante todo el año. Fresas, naranjas,
lechugas que crecen al borde del mar, salvo en agosto que hace demasiado calor.
Bélgica, madre de familia, lleva trabajando en la recolección de lechugas 5
años. Las lechugas se plantan en septiembre, y entre noviembre y diciembre,
Bélgica y otros 80 trabajadores las recolectan, y plantan de nuevo para que no
haya tiempos perdidos. Entre Abril y Mayo las vuelven a recoger y vuelven a
plantar para recolectar por última vez en Julio. En total hay tres cosechas de
lechuga a lo largo del año.
Bélgica se levanta todos los días a las 6 de la mañana, se
ducha, prepara su comida y la de su familia junto a su hermana Vero. Las dos
viven en el mismo apartamento, Bélgica tiene un hijo que “quiere estudiar
diseño gráfico”, y Vero tiene una hija y un hijo que aún les quedan unos años
en la escuela. En casa son 7, hay que tener en cuenta a los respectivos
maridos. Tras haber preparado su comida, y la de su familia, les deja la mesa
del desayuno para aquellos que no madrugan tanto, sus hijos y los de su
hermana. A las 7:30 les recoge en Lorca, ciudad en la que viven, el autobús que
les llevará a la huerta, cuando ella sale por su puerta sus hijos están aún dormidos.
En la huerta también trabajan Vero y su marido .
Camión y la recolectora. |
El baño portátil |
Habló con el encargado y me explica que los cultivos son
todo ecológico que “solo llevan fertilizante y anti pulgón”. Sin embargo
mientras hablo con él observo un cartelito amarillo con la típica calavera con
los huesos debajo de los tóxicos. Le preguntó y me dice que es para asustar a
la gente y que no les roben. Aun así no tienen el sello de producto ecológico.
Le pregunto por los trabajadores y me dice que trabajan 8 horas diarias a 6´20
la hora. Los recolectores están dados de alta, dice Bélgica que sino no
trabajaría. Bélgica está comiendo junto con su cuñado y su hermana, hoy toca
alubias con cerdo y arroz. Las alubias y el cerdo van en un termo y el arroz en
el otro. Es el primer descanso que tienen desde que empezaron a trabajar y los
primeros minutos a la sombra. Solo se les permite parar para ir al baño y
comer. El baño es uno de estos portátiles en medio de la huerta murciana. Bélgica dice que depende del día terminan a
las 5 de la tarde, a las 6 o a las 7, trabajan por terreno. O sea les dicen
hasta donde tienen que cubrir, normalmente es más trabajó del realizable en 8
horas, y dependiendo la velocidad que lleven terminan antes o después. Al final
terminan trabajando una media de 10 horas diarias, aunque cobran solo 8, “pero
viendo cómo está el país no lo rechazo”.
En la cuadrilla de Bélgica son todos peruanos, compañeros y
amigos, los domingos organizan partidos de fútbol. Típica historia de las
migraciones de los pueblos, los españoles en Alemania también se reunían los
días de fiesta. Bélgica dice que es un
trabajo muy duro, y su cuñado se ríe mientras se fuma un cigarro, bajo la
atenta mirada del encargado. El resto ya están trabajando bajo el sol, ni
siquiera han reposado la comida, saben que cuanto antes terminen antes se van.
Al menos admiten que trabajan al lado del mar y que la brisa sienta bien,
refresca bastante. Su cuñado y ella hoy están contentos, han trabajado duro y
creen que a las 5 habrán terminado y el autobús les llevará a casa donde sus
hijos y sobrinos les esperan haciendo los deberes.
Las lechugas que Bélgica recoge. |
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