sábado, 9 de marzo de 2013

Hablemos de Chávez...


Para unos, socialista, para otros Comandante, para unos, dictador, para otros, presidente. Escribo estas líneas funestas para el difunto, reales como el fin de todas las vidas. Venezuela ha triplicado su tasa de asesinatos desde que Chávez llegó al poder, un país rico en petróleo. En el que se llevan asentando durante 10 años las bases de una revolución, que se consolida en los corazones venezolanos pero no en el tiempo.


Chávez, el puño es el símbolo de ALBA
Hugo Chávez fue militar y presidente de Venezuela desde el 2 de febrero de 1999, hasta el día de su muerte.  Populista y demagogo, se equivocó de bando.  Con una energía desbordante y una sincera entrega a los más débiles de su país.   Formaba parte de esos líderes latinoamericanos antiimperialistas. Junto con los Castro, Evo Morales, José Mujica y Correa. Al más puro estilo Guevara intentaba mover a la masa empobrecida de su país, hacía una revolución. Como decía Galeano “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”. Y revolucionó la vida de casi todos ellos para bien o para mal. Las empresas privadas se marchaban al oír el discurso capitalista, y si no fuera por los barriles de Brent a 99$, Venezuela hubiese perecido por culpa del daño colateral de enfrentarte a solas contra la globalización, contra el capitalismo, contra los líderes del mundo libre.

Tenía un concienciado discurso Marxista, que aprendió durante su estancia en la cárcel. Fue encarcelado en 1992 por encabezar un fallido golpe militar contra el presidente Carlos Andrés Pérez. En la cárcel, Jorge Giordani –profesor marxista de economía y planeamiento social de la Universidad Central- le dio clases, y Chávez las transformó en una tesis sobre cómo convertir su movimiento bolivariano en Gobierno. Lo consiguió, una revolución democrática, 10 años gobernando, 13 elecciones ganadas. Elecciones democráticas según la ONU.

Sabía que los Castro eran de su mismo pelaje y las relaciones entre los dos países fueron muy fuertes desde el principio. Chávez tenía a dos referentes políticos, uno era Simón Bolívar, que tras campañas violentas consiguió liberar a buena parte de Sudamérica de la España Colonial. El otro fue Castro, decía que era el Bolívar de la era moderna. Y colaborar con él no era buena idea si hablamos de geopolítica. Castro tiene muchos enemigos. Pero creo que ellos hablaban de revolución y por eso se entendían.  Colaborar con un país sumido en la pobreza desde el final de la Guerra Fría, Cuba. Un país que sigue manteniendo la educación, sanidad y cultura mientras sus presupuestos se desmoronan. Nuestros economistas dirían que hay que recortar. Un país que desde que empezó la alianza entre Chávez y Castro, en el inicio del siglo XXI, consiguió un despegue de su economía. 

La estratégica alianza consistió en compartir. Desde 2001, Venezuela enviaba cargamentos de petróleo a bajo precio a cambió de los servicios de miles de maestros, médicos e instructores deportivos cubanos, con el fin de llevar a cabo lo que Chávez llamó “Misión Milagro”. Según el Center for Economic  Policy and Research estadounidense, la pobreza venezolana se ha reducido en un 50% desde 2004 y la extrema pobreza, en un 70%. En ocho años el número de universitarios en Venezuela se ha duplicado y varios millones de personas han accedido por primera vez a la sanidad y a una vivienda gratuita. Dejando tras de sí uno de los presupuestos más desequilibrados del mundo, con un déficit de casi 20% del PIB y una deuda casi el doble que la de 2008. Castro pierde a su principal aliado, y la revolución atemporal pierde a su comandante. Juzguen ustedes mismos. Hoy hablamos de Chávez, hablemos de Venezuela, mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario