Es martes 25 de
septiembre, son las 12 de la mañana. Y Benito conduce un Alfa Romeo con más de
diez años de historia. En el coche vamos, Ana Lucía, Laura, Ángel y yo. Somos
alumnos de periodismo. Vamos a manifestarnos, por nuestros derechos. Y estamos
saliendo de Cuenca.
La llegada a Madrid ha sido fácil. Pero hemos tenido que
aparcar muy lejos del centro. Hay demasiados coches colapsando está ciudad.
Desde lejos hemos visto una nube grisácea que sobrevuela la ciudad. Supongo que
será de los coches. Aparcamos en la ciudad universitaria y el metro nos lleva
hasta “Sol”. Las dos y poco, y nos morimos de hambre, no hay mucha gente
manifestándose, por no decir ninguna. Ésta plagada de turistas y viandantes.
¿Seguro que era hoy?
-Si- dice Laura- Yo tengo un panfleto. A las dos empiezan
las paellas populares.
No vemos ninguna así que nos vamos al KFG, comida rápida,
barata y como su propio nombre indica rápida. Todo frito y rebozado, es su
especialidad y su único plato. La especialización en basura ha sido su mejor
estrategia. Laura y yo comemos en la calle, los demás suben al comedor. Con el
buen día que hace no sé porque se encierran.
Paseamos un rato para bajar la basura. El congreso está
rodeado, de policías. Nos dirigimos a una plaza cercana desde donde se empieza
la marcha. Esta lleno, de banderas, personas y cámaras. La gente lo publica en
streaming. Me llama la atención, las nuevas tecnologías abanderan la libertad
de información. Enfrente de la plaza, una calle. Con cuatro carriles, y una
fila de policías separándolos. Los manifestantes empiezan a ocupar el carril
que se ha quedado libre de coches, la calle se dirige a Neptuno, nuestra entrada
a rodear el congreso. Los policías nos vigilan. La gente canta y grita. Hemos
llegado a Neptuno pero no se puede avanzar más, la calle está cortada. Hay dos
bloques de personas, separados por una fila de policías formando una U desde la bocacalle. Hay muchos medios, tanto
freelance, como medios importantes. Quiero ir más adelante. Conseguimos
hacernos hueco. Estamos enfrente de la fila de policías. Todos con su casco y
su porra, y su pistola. Nos sentamos delante de ellos. Estamos cansados.
Intentamos que los de alrededor también se sienten. No quieren. Transcurren las
horas, llega más gente.
-el pueblo unido jamás será vencido.- grita la plaza, Ángel
también grita. Mientras, una lluvia de
Freshbees cae sobre los policías.
La gente se cansa, y
se empieza a sentar. La fila de policías se arma con escudos. Se ponen de
acuerdo entre ellos y empujan todos a la vez. La gente levantada se tropieza
con los que estamos sentados. Me levantó rápidamente e intento parar a la
gente.
-Aguantad, aguantad.- Benito también colabora. Ana consigue
levantarse. Ana, Benito y Laura, deciden cruzar la calle. Serán las 9 de la
noche. Le prometimos a Benito que a las 10 volvíamos.
-En el semáforo de
enfrente en 15 minutos y nos vamos-.Dice.
Hay mucha gente y empieza a haber tensión. Ángel y yo
volvemos, ellos se quedan más atrás y ahora sí que cargan. Estoy en segunda
fila, Ángel tiene que estar cerca. Las porras impactan contra la tercera fila. Yo
me libro me libro, los que me rodean, los polis no se relajan.
A lo lejos un grupo de banderas rojas y encapuchados. Los
medios tienen una grúa con cámaras justo encima. Están armando mucho follón.
Los encapuchados tienen escudos. Son tapas de contenedores, que chocan contra
los escudos de la policía. La policía saca las porras, dividiéndolos quedándose
sin la protección que les otorga el grupo. Algunos son arrestados tras un largo
forcejeo. La gente ha retrocedido 20
metros. La fila de policías ha llegado hasta el semáforo. Pero el resto de la
plaza está tranquila. Vamos a buscarlos, nuestros amigos estaban en el semáforo.
Tardamos en
encontrarlos, no hay cobertura y en el semáforo no hay nadie. Conseguimos
llamarles, nos cuentan que han tenido que correr. Quieren irse. Llevamos todo
el día caminando y la cosa no parece avanzar. Ángel y yo, les pedimos tiempo. Y
vamos a inspeccionar por al zona que se
ha armado el follón. Llegamos y hay unas cuantas cámaras, y 3 o cuatro manifestantes
sentados a mucha distancia de un grupo de policías inquietos. Alrededor gente
preparada para huir. Nos sentamos, aunque hay un ambiente tenso. Un hombre se
acerca a los policías. Lleva puesto unas botas de montaña y unos calzoncillos.
En las manos, levantadas, lleva un cártel. No logró leerlo. Todas las cámaras
le apuntan, lo que le proporciona total inmunidad. Es un héroe. Benito viene a
buscarnos es tarde. Aunque quiera quedarme entiendo tras mucho negociar que hay
que irse. En el coche, no digo gran cosa. Al llegar a casa voy directo a mi
cama me tumbo.
-Buenas noches-dice Ángel.
Me he quedado dormido.
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